Adultos
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“La salud mental es mucho más que la ausencia de trastornos. Durante la vida adulta, nos enfrentamos a una serie de situaciones y retos que pueden afectar cómo nos sentimos y cómo manejamos nuestro día a día. Estas experiencias pueden influir en nuestra capacidad de adaptarnos a nuestro entorno, desde el trabajo hasta las relaciones personales, y afectar nuestro bienestar”.
Mi objetivo es proporcionarte estrategias prácticas para gestionar síntomas, mejorar tu calidad de vida y fomentar tu bienestar emocional. Trabajo de manera individualizada contigo, desarrollando un plan de tratamiento que puede incluir sesiones regulares de terapia y orientación sobre estilo de vida. Valoro profundamente la empatía, la confidencialidad y el respeto, y te ofrezco un espacio seguro donde explorar tus pensamientos y emociones sin juicio.

“La salud mental es mucho más que la ausencia de trastornos. Durante la vida adulta, nos enfrentamos a una serie de situaciones y retos que pueden afectar cómo nos sentimos y cómo manejamos nuestro día a día. Estas experiencias pueden influir en nuestra capacidad de adaptarnos a nuestro entorno, desde el trabajo hasta las relaciones personales, y afectar nuestro bienestar”.
Mi objetivo es proporcionarte estrategias prácticas para gestionar síntomas, mejorar tu calidad de vida y fomentar tu bienestar emocional. Trabajo de manera individualizada contigo, desarrollando un plan de tratamiento que puede incluir sesiones regulares de terapia y orientación sobre estilo de vida. Valoro profundamente la empatía, la confidencialidad y el respeto, y te ofrezco un espacio seguro donde explorar tus pensamientos y emociones sin juicio.
Algunos de los problemas más frecuentes
Continuamente...
Antes de salir de casa a ese plan tan deseado días atrás, ahora imaginas todo lo que podría salir mal.
A veces se te acelera el corazón de la nada, te cuesta respirar o sientes un peso en el pecho, como si te faltase el aire.
A menudo no sabes cómo explicar lo que sientes sin sonar exagerado, así que prefieres guardar silencio.
¿Por qué evito situaciones que antes me hacían disfrutar?
Cuando termina el día, me siento agotada, aunque no haya hecho nada físicamente.
Constantemente...
Como si tu mente estuviese atrapada en un bucle que no puede salir. Se cuela un pensamiento y no se va, por más que intentes razonarlo o ignorarlo.
¿Cada vez te resulta más agotador luchar contra esos pensamientos? ¿Parece que ganan fuerza con cada intento de detenerlos?
Te sientes incapaz de pasar página, revisando con detalle cualquier acción por miedo a que algo malo pueda pasar.
Por ejemplo, una acción tan simple como tocar una puerta o cerrar una ventana, puede desencadenar una avalancha de dudas y miedos.
Te cuesta concentrarte en la actividad que estás haciendo, porque esos pensamientos vuelven una y otra vez.
Tu familia o amigos les cuesta entender por qué no eres capaz de “dejarlo ir”, pero para ti no es tan fácil.
En tu cabeza...
Es como si cada día pesara más y, por alguna razón, todo costara el doble. Como levantarse de la cama o ducharse.
Las cosas que antes te llenaban de ilusión ahora están vacías, y por más que intentas, no encuentras nada que te devuelva las ganas.
Te miras al espejo, cada vez menos porque no te reconoces.
Poco a poco te has ido alejando de tu gente porque sientes que molestas o que se cansarían de escucharte. Y para qué salir, si tu mente está en otro lado… solo piensas en volver a casa, en estar sola.
Adicciones
Al principio, creías que todo comportamiento entraba dentro de la normalidad, ¿verdad?
Lo que comenzó como disfrute o momento de relajación, se fue convirtiendo poco a poco en una necesidad.
Convirtiéndose poco a poco en algo más oscuro y complicado de manejar.
Las promesas de que “el lunes lo dejo” “este es el último día” se desvanecen rápidamente.
Sientes que cada vez que intentas dejarlo algo te empuja de nuevo a caer.
Aunque intentas ocultarlo, la culpa y la vergüenza te acompañan constantemente, como sombras que no te dejan en paz.
Atrapados entre querer liberarse y la tentación que siempre están presentes.
¿Solo deseas poder volver a disfrutar de la vida sin esa necesidad constante?
Te preguntas...
Si algún día ese vacío que sientes se irá y volverás a sentirte completo.
Pero la ausencia de esa persona cada día parece que pesa más.
Sientes que tu vida se ha paralizado, mientras que la del resto sigue su curso con total normalidad.
Al principio, las lágrimas fluyen sin control y te sientes perdido en un mar de emociones. Otros días, te sientes como un zombi, simplemente pasando por las rutinas sin realmente estar presente.
Evitas lugares o situaciones que te recuerdan a la pérdida o justo lo contrario, los buscas para poder sentirte cerca.
Te pasa que...
La comida, que debería ser una fuente de disfrute y nutrición, se transforma en una fuente de ansiedad y conflicto.
“Esta pizza no puedo permitírmela”.
Te encuentras contando calorías, evitando ciertos alimentos o incluso saltándote comidas por completo. Muchas veces ya con el piloto automático encendido.
Las horas de las comidas acaban siendo un campo de batalla.
En medio del caos emocional, la comida se convierte en la única forma de encontrar consuelo, donde lo único que te satisface es la comida.
Has olvidado lo que era mirarte al espejo.
¿No quieres que desaparezca esa culpa de una vez por todas?
Si algo de esto refleja cómo te sientes y estás buscando apoyo, no dudes en ponerte en contacto conmigo. A veces, un primer paso puede marcar la diferencia.
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